El Mindfulness es una práctica contemplativa, basada en la meditación, con su origen en el oriente, hace más de 2500 años. En la actualidad hay más de tres mil publicaciones donde se estudian los efectos del Mindfulness en la salud, en el desarrollo cognitivo, en la regulación emocional y en muchos otros ámbitos, no sólo como prácticas espirituales, sino como técnicas para el bienestar físico y mental.
En los últimos años, los neurocientíficos de diferentes centros de investigación, han puesto el foco de su investigación en el efecto de prácticas contemplativas generativas de motivaciones positivas, como la compasión, el amor y la gratitud, entre otras.
La Compasión en su nivel más fundamental, es una expresión de nuestra capacidad mental básica de cuidado y de preocuparnos de nuestro bienestar, que sirve como base para nuestra habilidad de experimentar empatía hacia otros. Para experimentar esa empatía debemos no sólo desear librarnos de nuestro dolor y sufrimiento, sino también tener la capacidad de experimentar una sensación de conexión e identificación con los otros.
Alrededor del mundo, los sistemas de salud se han visto cada vez más confrontados no sólo con la realidad del sufrimiento de los profesionales de la salud, que presentan altísimas tasas de agotamiento (burnout), insatisfacción laboral y otras expresiones de malestar, sino también con la realidad del sufrimiento físico y emocional de los pacientes, quienes a menudo se sienten deshumanizados, no se sienten tratados como seres humanos dignos, con sensibilidad, sueños y aspiraciones.