Desde la promulgación de la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente (Ley 19.300) el año 1994, Chile ha realizado una serie de esfuerzos para avanzar hacia modelos de producción y consumo más sustentables. Sin embargo, las brechas aún son significativas. De acuerdo con el informe de desempeño ambiental de Chile 2016, realizado por la OCDE (2016), el consumo de energía y materiales, las emisiones de gases de efecto invernadero y la generación de residuos ha crecido de la mano del crecimiento económico. Entre los miembros de la OCDE, Chile tiene una de las economías más intensivas en el uso de recursos. Entre el 2000-2010, el consumo interno de materiales (DMI) creció un 36%, en comparación con un descenso promedio del 7% observado en los países de la OCDE. El informe destaca también el aumento de 23% en la generación de gases de efecto invernadero durante el período 2000-2010. La energía utilizada en la economía aumentó un 54% entre los años 2000 y 2014, al igual que la mayoría de los contaminantes atmosféricos. Durante el mismo período la generación de residuos aumento cerca de un 30% alcanzando a 17 millones de toneladas durante el 2015. De este total, 7 millones corresponden a residuos sólidos domiciliarios (INE, 2016). La tasa per cápita de generación de residuos sólidos domiciliarios en Chile pasó de 326 kg/hab/año durante el 2000 a 384 kg/hab/año en el 2009, mientras que la tasa de generación de residuos sólidos industriales durante el mismo período aumento un 53%. Además, mientras que al 2014 los países de la OCDE generaban en promedio alrededor de 2 USD/kg de material utilizado por la economía, Chile agregaba sólo una cuarta parte de ese valor.
Frente a la realidad nacional, la economía circular ha surgido como un ideal económico viable y particularmente relevante para Chile, capaz de orientar esfuerzos por cerrar las brechas mencionadas y llevar al país a la vanguardia de la transición hacia la sustentabilidad (CORFO, 2018). En este contexto, la Facultad de Ciencias de la Vida, de la Universidad Andrés Bello, asume el desafío de impartir este programa, con la certeza de ser un real aporte al desarrollo de la sustentabilidad y del cuidado del medio ambiente en el país, poniendo a disposición de los estudiantes de este programa un cuerpo académico de reconocida experiencia y calidad en temáticas ambientales.